Como es tradición, el Premio Corona Pro Habitat invitó a los arquitectos colombianos a pensar en anteproyectos de vivienda de interés prioritario (VIP) con el objetivo de mejorar la calidad del hábitat popular colombiano.
En esta edición, la ciudad fue Cartagena y cada unidad debía costar menos de 22 millones de pesos colombianos (~7.370 dólares). Asimismo, el certamen exigía que el área máxima de construcción inicial fuera de 45 metros cuadrados repartidos en dos plantas —dos habitaciones, una sala, un comedor, un baño y una cocina—, con capacidad para crecer horizontalmente, y una densidad máxima de 140 viviendas por hectárea.
El primer lugar de esta edición fue para el proyecto 'Casa Color Caribe' del equipo integrado por Juan Mario Pradilla Duarte, Andrés Cabal Dominguez, Edgar Chamorro y Verónica Posada Thorsberg. La propuesta fue destacada por el Jurado por "su calidad integral al resolver cada uno de los aspectos del ejercicio profesional para la generación de un hábitat individual y comunitario".
Memoria oficial: Nuestra propuesta nace de una reflexión sobre la ciudad de hoy en Colombia, el espacio de encuentro de millones que abandonan la ruralidad día a día en busca de oportunidades en el medio urbano, una explosión demográfica que está determinando el modo de vida del ser humano contemporáneo. Así, cada intervención en la ciudad es una pieza que define su nuevo carácter, hoy condicionado por un déficit de vivienda que enfrenta el país en las clases socioeconómicas con menores ingresos. Esto implica intervenciones rápidas para solucionar el problema de cantidad (aproximadamente un millón de viviendas), como es el caso de Ciudad Bicentenario en Cartagena, sin embargo, al dejar la vivienda en manos del mercado, las reflexiones en torno a las formas de habitar del ser humano pasan a un segundo plano (calidad) y la vivienda se transforma en un producto comercial (cantidad) que cumple márgenes de rentabilidad para quiénes lo producen.
Frente a este panorama, encontramos una oportunidad de re-pensar el desarrollo de Cartagena desde la construcción de viviendas que entiendan el hábitat como un objeto resiliente, que crece junto con quienes lo habitan, se adapta y se transforma con el paso de los años. Para ello, proponemos un concepto de desarrollo progresivo que nace de la diversidad de sus habitantes: una vivienda que expresa verdaderamente el color del caribe
Como arquitectos entregamos un estuche y unos parámetros de diseño, quienes habiten el espacio podrán llenar este estuche, produciendo una imagen de ciudad contemporánea que expresa condiciones culturales con miles de posibilidades, resultados y variables: “El estuche y su contenido”.
Reflexión sobre el panorama actual
Acerca de la masificación en la producción de viviendas como objetos anodinos, encontramos que el crecimiento de Cartagena hacia el interior, donde se concentra la gran demanda y el déficit que mencionamos, está determinado por la llamada Arquitectura del Establecimiento (Aschner, J.P.) (Sociedad Colombiana de Arqutiectos-SCA, 2016). Mientras el centro amurallado y la bahía crece en torno a una dinámica turística, el interior se tensiona desde las salidas de Cartagena, en particular la carretera de la Cordialidad a Barraquilla, donde se encuentra Ciudad Bicentenario.
Estos procesos urbanos, construyeron una frontera imaginaria que segrega la ciudad, y, aún más, desde la construcción de una nueva Cartagena donde la VIS y la VIP, aunque satisfacen una primera necesidad en quiénes anhelan tener acceso a vivienda propia, transforman los nuevos espacios urbanos en entornos restrictivos, tipificados y excesivamente controlados: Una “ciudad” construida en serie , una “ciudad” que tífica y homogeniza, una “ciudad” de conjuntos cerrados, de porterías y de rejas de seguridad, una “ciudad” que niega por completo las relaciones humanas en el paisaje construido, una “ciudad” que estanca y limita economías emergentes, una “ciudad” que no es ciudad.
Respuesta urbana
Ante este panorama, planteamos re concebir el pensamiento sobre el desarrollo de la ciudad contemporánea desde la búsqueda de la esencia de la vivienda, desde lo vernáculo y los primeros poblados. Encontramos que la ciudad es una carta de oportunidades, por los encuentros e intercambios que allí ocurren y así, precisamente, es cómo quisimos concebir nuestra vivienda: Un objeto que pretende reconstruir relaciones y oportunidades en medio de un paisaje cultural que está siendo borrado. Esto no se trata de una visión melancólica del pasado, sino un aprendizaje derivado de una serie de saberes ancestrales que entiende la ciudad y la vivienda como un objeto cambiante. Es por esto, que en términos urbanos, entregamos un soporte de una inmensa variedad de vidas y experiencias, este soporte se construye desde una lógica urbana, pero entiende una lógica informal que está llena de belleza y diversidad: “La belleza misma de las cosas desaparecería si desapareciese el orden que las distingue como desiguales”(Santo Tomás de Aquino) (Franca, Villegas, Tellez, & Castañeda, 1993).
Encontramos en la variedad de lo vernáculo la lógica más esencial del hecho de habitar: “La fantástica variedad mostrada es también sutil, y a veces imperceptible, como la de las sonrisas o las lágrimas”(Franca, Villegas, Tellez, & Castañeda, 1993).Es por esto que la vivienda debe ser una herramienta de expresión de una identidad, de intereses y proyectos. Nos negamos a aceptar la vivienda como producto en serie, idénticas una a la otra. Así, la vivienda entregada, como semilla, no sólo será expresión de un paisaje diverso de ciudad, sino soporte de economías emergentes y medios de prosperidad para sus habitantes.
Respuesta: módulo de vivienda
En cuanto al módulo que entregamos como vivienda individual, planteamos partir del arquetipo básico de la vivienda: La casa a dos aguas. En este caso, la volumetría se desprende de una tradición caribeña, donde la casa, levantada sobre el piso, con techos altos y aleros, es una adaptación de la vivienda ancestral y los tipos de influencia europea al clima cálido y húmedo del trópico.
Buscamos que la cubierta a dos aguas, empinada y con una cumbrera descentrada para aumentar el área efectiva en mezanine o segunda planta, permita un desarrollo progresivo vertical, por esto, se propone que esta se transforme en cercha y sea soporte de la ampliación. Adicionalmente, pretendemos generar un ritmo en fachadas marcado por un muro robusto en bahareque encementado sobre el cual se recuestan los espacios servidores de la casa, simplificando las instalaciones técnicas en baños y cocinas. Este, a su vez, está confinado por la estructura portante de la casa, que en determinado momento permite eliminar la columna central (cada 3,60m) cuando la cercha es completada.
La estructura se ensambla con pernos, platinas y tornillos, disminuyendo la necesidad de mano de obra calificada. Un almacén de herramientas y máquinas, además de un manual constructivo, permitiría ensamblar y desensamblar la casa, que se emplaza sobre una retícula modulada en recuadros de 1,20m*1,20m que conforman los módulos principales de 3,60m*3,60m. Se propone entregar un módulo principal como social, incluye sala, comedor y cocina con acceso al patio central y antejardín a manera de porche para enramada, un patio con usos de baño segregados, un módulo de 3,60m*2,40m con posibilidad de ampliación para habitación y segunda planta repitiendo este módulo de habitación.
Respuesta técnica
En cuanto a la implantación, reconocemos el sentido de lugar (Franca, Villegas, Tellez, & Castañeda, 1993) como herramienta para adaptarse correctamente al entorno geográfico, la casa aislada del suelo con fachadas en celosía, cubiertas altas con aleros y aperturas en cada frente y un patio central, funciona como el bohío ancestral. Mientras las celosías de calados en madera matizan la luz, producen una variedad de patrones de sombra y conducen los vientos fuertes del norte refrescando el interior; las aperturas en cubierta permiten la salida del aire caliente y la recirculación pasiva del mismo en la casa. La vegetación en un patio central y frentes, potencia la regulación térmica de la casa y un confort térmico adecuado.
Las aguas lluvias se conducen desde la viga canal del muro lateral hacia un estanque en cada viv o hacia un tanque comunal (exceso), pasando por un filtro de gravas como trampa de sedimentos y grasas. Así mismo, aguas de duchas y lavamanos pasan por este proceso de filtro para el riego del huerto (opción productiva en etapa semilla) y sanitarios.
Arquitectos
Equipo Casa Color CaribeUbicación
Cartagena, Bolivar, ColombiaCoordinación General, Esquema Básico, Diseño Urbano, Arquitectónico e Interiores
Juan Mario Pradilla DuarteDiseño Urbano, Arquitectónico e Interiores
Andrés Felipe Cabal DomínguezDiseño Estructural y Presupuesto
Edgar David Chamorro AcostaDiagramación
Verónica Posada ThorsbergPremio
Primer LugarAño Proyecto
2017Fotografías
Courtesy of Equipo Primer Lugar